domingo, 27 de diciembre de 2009

Las tres últimas de Monsiváis

Carlos Monsiváis
Pobre del pobre que al cielo no va
13 de diciembre de 2009

El refrán antiguo no ha perdido vigencia: “Pobre del pobre que al cielo no va,/lo friegan aquí, lo friegan allá” (En atención a la decencia de siglos puse “friegan” en lugar de “chingan”, como en la expresión original). Esto se relaciona con los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), que el 10 de diciembre da a conocer cifras a modo de plazas sembradas en dispositivos de exterminio. Según el Coneval, hasta 2008 sólo 18 por ciento de los mexicanos —19.5 millones— disponían de los ingresos suficientes para vivir y tenían a su favor todos los satisfactores, de acuerdo con la Medición Multidimensional de la Pobreza. Con su traición habitual, las cifras desmienten a los gobernantes, desde Vicente Fox que aseguró haber erradicado la pobreza hasta Felipe Calderón, que da por resuelta la crisis y luego se declara abrumado por la condición de sus gobernados.

Con base en información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), de 2006-2008, el Coneval encontró a 77.2 por ciento de los mexicanos con al menos una carencia social y a 30.7 por ciento que acumulan tres. Además, 16.5 por ciento se sitúa por debajo de la línea de bienestar mínima y 48 por ciento —una de cada dos personas — tiene un ingreso inferior a la línea de bienestar. El Presidente del Empleo es ahora el Mandatario de la Injusticia Social.

Según la medición multidimensional, el bienestar (ingreso) tiene que ver con la cohesión social y la carencia de derechos sociales —educación, acceso a servicios de salud y a la seguridad social, calidad, espacios de vivienda y servicios básicos en el hogar y alimentación. De acuerdo a esta metodología, una persona se instala en la pobreza cuando sus ingresos no le permiten adquirir los bienes y servicios indispensables para atender sus necesidades y presenta la carencia de al menos uno de los seis indicadores.

En cuanto a la población en pobreza multidimensional moderada (el término no es fácil de entender, pero lo que describe debe ser imposible de soportar), 33 por ciento de los pobladores está en ese nivel, es decir, 36 millones de mexicanos padece entre una y tres carencias sociales, además de que cuentan con menos de los ingresos ubicados dentro de la línea de bienestar que son de mil 262 pesos mensuales en el campo y de mil 921 en la ciudad.

Conviene decir que la cultura, un bien indispensable, no es tomado en cuenta como satisfactor, quizás porque resulte evidente (y fatal, en la lógica de los gobiernos) su característica de recurso inconcebible en el mundo de los escasos recursos.

* * *

Además de las realidades aparatosas hay que tomar en cuenta el darwinismo social que se presenta como fatalismo y que es aceptado incluso por sus víctimas. Revísense las expresiones “que no dejan salidas”, a partir de la inexorable “Eres pobre porque quieres”, tan repetida por empresarios y denostadores de la idea de la desigualdad como hecho inevitable de la vida humana. Allí están otras afirmaciones de la inutilidad de la resistencia: “No te quejes de las condiciones de tu empleo, alégrate hasta las lágrimas de tener uno/ Dios nos recomendó el esfuerzo, tú te conformas con trabajar de sol a sol, y eso no es esfuerzo sino terquedad: Dios no te recomendó la rutina/ El perdón de Dios sólo alcanza a los que no rezongan por el salario mínimo/ Ayúdate que Dios te ayudará. Sí, pero Dios no ayuda a los que con tal de que no les digas flojonazos, trabajan como bestias/ Los pobres viven mal porque no quieren cambiarse de colonia/ Más vale rico y sano que pobre y enfermo/ El triunfo es un arca de Noé donde se entra de par en par y no con once hijos, la mujer, tres queridas que viven en el mismo edificio, la suegra y dos compadres a los que todavía no se les quita la borrachera. Si esta descripción te parece clasista y racista, consíguete una mejor.

* * *

Las certezas del darwinismo social, o fatalismo, no han aceptado refutaciones: “Si naciste en la base de la pirámide, acostúmbrate a ser siempre un migrante pero de tus alrededores. Con las excepciones que son dones de la suerte o de la ilegalidad, la movilidad social no es lo tuyo. Ah, y por ilegalidad sólo se entiende la que se practica desde abajo”.

Hasta aquí lo habitual, pero la Crisis (la crisis), lleva el paso redoblado que no detendrá el 2010, no obstante los exorcismo de los gobiernos (las frases sólo blindan a las palabra que las componen). ¿Cuál es el porvenir del darwinismo social?

* * *

¿Qué entiendo aquí por darwinismo social? Si no el proceso de erosión o destrucción de las alternativas de valoración, sí el peso de las formaciones tradicionales (el conservadurismo religioso, el clasismo, la ideología patriarcal) a las que se añaden los mecanismos del poder autoritario, de los quebrantamientos educativos y de las industrias culturales. Nada se puede hacer —es el mensaje transmitido de múltiples formas en los siglos del virreinato— si eres indio o mestizo; nada es posible, se decreta en el siglo XIX, porque vives en este caos que ni siquiera es nación; todo será inútil, se proclama en el siglo XX, si no perteneces a la élite o si no tienes sitio de privilegio en la movilidad social.

El fatalismo es un elemento primordial de la visión de la pobreza: “Ser pobre es no poder dejar de serlo”. Desde el llamado de los curas del virreinato que le exigen obediencia y resignación a los indígenas y los pobres urbanos, el fatalismo ha convertido las limitaciones económicas y sociales en rasgos de la idiosincrasia personal y colectiva. Si la desigualdad es rasgo inalterable de las sociedades, quienes la combatan fracasan de antemano. Y aquí no se debe olvidar a los políticos que a nombre del combate a la pobreza se promueven a sí mismos con intensidad, para no hablar de los protectores de la nación en el orden jurídico. Los magistrados del Tribunal Electoral ganan cuatro millones al año, es de esperar que por su defensa de los pobres.

* * *

Allí está la letra del vals peruano: “Mi sangre aunque plebeya/también tiñe de rojo… Señor, ¿por qué los seres no son de igual valor?”. O el infaltable José Alfredo: “Yo sé bien que estoy afuera/Pero el día en que yo me muera,/Sé que tendrás que llorar”. Los epitafios sobran.

Carlos Monsiváis
No se supo pero qué importa (Primera parte)
20 de diciembre de 2009

Suerte te dé Dios que el saber poco te importa. El refrán hispano puede o no tener vigencia, pero su falla no es la escasa o nula importancia del saber, sino que la suerte no necesariamente la da Dios sino la pertenencia a una dinastía, la red de relaciones sociales, las buenas relaciones con los jefes. Por lo mismo, manejar o no entidades tan abstrusas como el idioma, la lógica, los conocimientos específicos, resulta francamente baladí, si la palabra todavía se usa. Además, ¿qué es saber a estas alturas tan visuales? Los datos por escrito (la historia, maestra del tedio) no importan demasiado, lo que cuenta son las imágenes, los videos, las muestras del photoshop. No obstante, hay que conceder espacio a los conocimientos todavía no jubilados, y por eso excavamos en el archivo y encontramos algunos ejemplos del conocimiento fast-track.

1. El que bien ignora jamás se rinde

¿Quién fracasó primero: la educación pública o la educación privada? A los convencidos de la segunda opción, les conviene revisar la entrevista en Radio Red (enero de 2004) con el ingeniero José Luis Luege Tamargo, director actual de Conagua, veterano de Acción Nacional, ex procurador federal de Protección al Ambiente. El tema: lo dificultoso del examen para elegir consejeros del PAN.

Iván: Ahora, ingeniero Luege, según nos cuenta tardó 195 minutos en contestar, ¿qué?, más o menos unas 400 preguntas. ¿Qué le costó más trabajo?, ¿qué siente usted que fue lo más complicado?

Luege: Cada bloque era de entre 50 y 100 preguntas y para mí lo más complicado fue una parte que consiste en una lectura de comprensión.

Iván: ¿No me diga que ahí se trabó?

Luege: Yo no sé quién escribió eso, pues es la cosa más complicada.

Iván: ¿Usted sí puso atención en el autor?

Luege: No, es que menciona varios autores de esos incunables, mano, complicadísimos y muy rebuscada toda la lectura, ¿no? Entonces eso a mí se me complicó pero espantoso. Pero en general, si lo haces con atención yo creo que cualquier militante puede perfectamente acreditar el examen (subrayados son cortesía del artículo).

Todavía no se acaba esta fuente de la filosofía del buen gobierno

Iván: A ver, ingeniero Luege, rápidamente. ¿Qué decía ese texto de comprensión?

Luege: (Risas) ¡¡Nooooo!!

Iván: ¿Se acuerda, o no lo comprendió? Porque si le comprendió y contestó: se acuerda.

Luege: Hablaba sobre la filosofía —digamos— de un buen gobierno, de la modernidad en el ejercicio de un buen gobierno que toma como base experiencias del pasado y prospectivas de las experiencias que ha habido como gobierno en México y en América Latina, pero créeme que era de lo más complicado.

Iván: ¿Harto difícil?

Luege: Sí, qué bárbaro, es decir, esa sí estuvo dura esa parte... Evaluar digamos, habilidad de razonamiento, también es muy fácil, son respuestas lógicas. Lo único que debes de tener es un poquito de atención, pero si te das cuenta, con esas tres partes estás prácticamente ya del otro lado, ¿no?, porque son 20, 20 y 20, tendrías ya 60 puntos, si los contestas bien y prácticamente estás ya del otro lado.

Iván: A ver, ¿usted estudió bien? Esta guía de estudio que tuvo como base, entiendo también, el Informe, el último Informe del Presidente de la República.

Luege: Bueno, yo, yo, yo…

Iván: Aquí entre nos, la verdad, ¿lo había leído?

Luege: Bueno, yo afortunadamente había leído el documento que se llama A mitad del camino del gobierno federal que está en internet, ¿no?, y eso me sirvió para algunas, algunas…

Iván: ¿Pero le dieron su guía de estudio o no?

Luege: Yo… mira… (risas) la pude leer una sola vez por falta de tiempo pero pues sí me ayudó, ¿eh?

2. Apología de la contradicción

En 2004, Armando Salinas Torre, subsecretario de Gobernación encargado de Población, Migración y Asunto Religiosos (la trinidad de las tareas idénticas), probó la nueva estrategia que a la letra dice: procede como te dé a entender tu corazón y si critican tus acciones, te corriges sin aceptar nada (“Los medios tergiversaron mis palabras... etc.”). Así, Salinas Torre declara: “No hay decisión definitiva sobre la píldora de emergencia y se constituirá un grupo científico para evaluar si es un procedimiento abortivo”. (La Jornada, 5/02/04). Y se explaya sobre el encuentro entre la Comisión Episcopal de Pastoral Familiar y los secretarios de Salud y Gobernación: “Uno de los temas que se abordaron fue esta preocupación (la píldora) y la conclusión es clara: no se debatió ni se deliberó en torno a ello ni se fijaron posiciones”. ¡Qué curioso! Abordar es distinto a deliberar y a debatir, qué trilogía de verbos más incomunicados entre sí.

Salinas prosigue: “Se acordó tener una serie de reuniones entre religiosas y la Secretaría de Salud, con sus respectivas representantes científicos, para discutir este tema en el ámbito médico”. Sin demasiada amabilidad, Salinas Torre corrige al secretario de Salud Julio Frenk, que un día antes asegura: “El gobierno federal no dará marcha atrás en la incorporación de la píldora de emergencia en los métodos de planificación familiar”. Sin inmutarse, el subsecretario rectifica al doctor: “La píldora no tiene nada que ver con las relaciones de la Iglesia católica con el Estado laico”.

***

Sigue la entrevista:

P.: ¿La píldora es abortiva o no?

R.: No estoy calificado para comentar el tema porque no es un asunto que haya podido estudiar. Me la he pasado contentando entrevistas que me han impedido del todo ponerme a estudiar (dice don Armando contentando, no concertando, asunto que llevaría mucho más tiempo). Es un tema que no conozco a fondo sobre el que se delibera de manera cotidiana.

¿Qué piensa sobre la legitimidad de las amenazas de excomunión que ha proferido la Iglesia católica contra quienes utilicen la píldora (o la promuevan)?

Es justificable. Es una expresión de culto que llevan los ministros de culto de cualquier iglesia y se respeta lo que ahí puedan plantear, siempre y cuando no invadan las esferas para las cuales están expresamente señalados en la ley una restricción, y en estos casos no hay ninguna.

Carlos Monsiváis
Como usted sabe… ¿No me repite la pregunta? (II parte de las evocaciones)
27 de diciembre de 2009

La ignorancia de la ley no impide la observancia de la fe. El 2004, como todos los años, fue pródigo en expresiones del conocimiento diferido. Así, el alcalde panista de León, Guanajuato, Ricardo Alaniz Posada, no muy al tanto de las normas aprobadas por la Secretaría de Salud, se despachó con la cuchara grande del integrismo: “Le pido al ayuntamiento de León su aval moral con el fin de elevar como política pública el rechazo a la píldora anticonceptiva, pues existen dudas acerca de si es un abortivo. Si la mayoría de la población de León votó por el PAN saben que nosotros somos Provida. Tres regidores ya dieron su apoyo para que el rechazo sea tomado en cuenta como una política pública”. (La Jornada, 5/ febrero/ 04).

Del Derecho Canónico como mercadotecnia teológica

En 2004, hace apenas cinco años, la campaña del clero contra la píldora del día siguiente incluyó el aletear de las excomuniones para los enemigos del diluvio demográfico. Al advertir el fracaso de la ofensiva, el castigo se reconsidera. El arzobispo primado de México, Norberto Rivera, aclara: “La excomunión no se dará de manera automática por ingerir la píldora, sino que se aplicará a todos los que tengan la clara intención de matar un ser humano y que el asesinato se consume” (La Jornada, 2/ febrero/04). Y entonces yo daré la media vuelta, pudo haber dicho José Guadalupe Martín Rábago, otrora presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM): “No se puede decir que automáticamente una persona que toma una pastilla estará excomulgada, porque se necesita verificar que se haya cometido un aborto, delito castigado en el derecho canónico”.

De modo que no hubo excomuniones por ese tema, porque no circuló el guapo que verificase, cuantificase y certificase los abortos. Y ya en plena huida, la retractación legislativa le tocó al diputado panista José Ángel Córdova, al conducir su titubeo por el desfiladero de la incertidumbre: “En el artículo 314, fracción 8, de la Ley General de Salud, y en el Reglamento General de Salud, artículo 46, fracción 3, se menciona que embrión es el producto de la concepción, desde el momento de la fecundación hasta la decimosegunda semana. Si tenemos en cuenta esto, y que la pastilla, en algunos casos, impide que se implante el embrión, de alguna manera esto es un microaborto” (La Jornada, 2 de febrero).

De aborto a microaborto, y eso, de alguna manera. El diputado Córdova, que luego llegó a la Secretaría de Salud, hizo de la necesidad trapecio ideológico y se fue con el sol cuando murió su tesis. El diputado intuyó el delito, ¿pero quién lo denunciaba? ¡Ah, límites de la fisiología! Porque, concluyó el panista ¡presidente de la Comisión de Salud!, “Lo que pasa es que el embrión no se puede manifestar”. Y ni modo de salir con la intimidación al embrión: “Habla ahora o calla para siempre”.

A propósito del sida, hace poco “pecado mortal”

En octubre de 1997 (La Jornada, nota de Raúl García) la diócesis de Ciudad Altamirano, Guerrero, distribuye a los católicos de la región de Tierra Caliente un volante contra el condón, en el que se afirma que recurrir a él es “pecado mortal”. Asimismo, critica al gobierno “porque ha gastado millones de pesos a favor del condón, y aun así el sida ha cobrado miles de vidas”. El volante está ilustrado con una caricatura, en la que se representa a un diablo con un condón en la mano y frente a él una pareja de novios —se supone que el diablo los está incitando—, flanqueada por un sacerdote que carga una cruz, diciendo: “¡Hijo mío, no uses el condón!”. Aparece también un mensaje con el texto: “Si andas de andariego, usa el condón; si eres fiel a tu pareja, te recomendamos no usar el condón, porque estarías en pecado mortal, el diablo te tienta y privas a una nueva vida”.

En la publicación se agrega la sugerencia a los sacerdotes de la diócesis de Ciudad Altamirano, la cual abarca municipios de las regiones Norte y Tierra Caliente de la Pastoral Sur en Guerrero, que en sus misas alerten sobre el uso del condón y les pidan evitarlo, así como una crítica al gobierno federal.

Por su parte, el obispo de la diócesis de Chilpancingo-Chilpa, Efrén Ramos Salazar, dijo en una entrevista que en esta zona no se ha puesto en práctica ninguna campaña contra el preservativo, aunque aclaró: “Todos los métodos anticonceptivos sencillamente lesionan un orden natural; la Iglesia siempre proclamará que todos esos medios y todo lo que atente contra la vida son ilícitos”.

En 1997, también, en Signo de los tiempos, revista del IMDOSOC, el doctor Luis Cárdenas Bravo es fulminante: “No pretendemos negar el hecho inobjetable de que, en efecto, sí disminuye en un momento determinado el riesgo de adquirir el sida, pero este solo hecho, tomado así de manera aislada, nos conduce ante un planteamiento aislado de las cosas, y a pasar por alto un aspecto importantísimo: que el uso del condón como medida de protección sólo puede justificarse o tiene razón de ser en las relaciones sexuales de alto riesgo, las cuales, se sabe muy bien, son evitables…”.

Del partido de la “modernidad crítica”

Hay noticias del pasado reciente que afirman en la idea de que en efecto, como dicen sus nuevos apologistas, el PAN lleva tiempo de ser un partido que vivifica la vida política mexicana. Véase esta nota de septiembre de 1997: “Ante la denuncia de prostitutas del municipio de Vicente Guerrero, Durango, de que se les impide el libre tránsito, se les extorsiona y se les bloquea la entrada a los servicios religiosos, el alcalde panista de ese ayuntamiento, Jaime Guzmán Franco, explicó que las regulaciones consisten en evitar el paso de estas personas exclusivamente cuando andan vestidas de trabajo. Entrevistado por teléfono, el alcalde panista describió como ropa de trabajo las blusas ‘escotadas y faldas rabonas’, y consideró que esas prendas escandalizan a la población que acude a la plaza principal. Cuando estas personas andan vestidas decentemente no son molestadas por la Policía Preventiva, aclaró”.

De los álter ego de un buen gobernante

De una entrevista con el gobernador panista de Querétaro Ignacio Loyola Vera, (Nuevo Amanecer, 2 de septiembre de 1998): “—Es usual que los estadistas, los gobernantes, tengan su álter ego, ese alguien con quien uno platica, con quien uno se oye permanentemente… ¿Tiene usted alguien con quién hablar con esta frecuencia y con esta profundidad?

—Va a venir la crítica, pero es mi esposa y es Dios. Hablo también con los ex líderes patronales Bernardo Ardavín y Carlos Abascal y con el empresario local Alfonso Soto”.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Encuentren a Calderón

Una notita de lo producido por Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez

En tiempos de las bárbaras legiones,
de lo alto de las cruces colgaban a los ladrones.
Hoy, en pleno siglo del progreso y de las luces,
del pecho de los ladrones cuelgan las cruces


¿Quién ha visto una lechuga traicionando a otra lechuga?,
¿quién ha visto una tortuga estirándose una arruga?,
¿una mosca terrorista?...
Fallamos como especie, nos queremos suicidar,
nos gustan los kentuckys y también el mcdonald’s,
cambiamos el pozole por la sopa maruchán”.

Más de la obra de estas dos mujeres en el teatro el Hábito en http://hidvl.nyu.edu/search/?start=0&fq=&q=%22El+Habito%22&facets=

Reforma política y engaño ciudadano


MÉXICO, D.F., 23 de diciembre.- El decálogo de reforma política presentado por Felipe Calderón la semana pasada implica más continuidad que cambio. Con su iniciativa, el presidente de la República no hace más que repetir la vieja tradición establecida durante el largo reino del partido de Estado de presentar periódicamente grandes “reformas políticas” que, si bien aparentan cierta apertura democrática, en los hechos buscan inclinar a su favor la balanza del poder político.

Habría que aplaudir que después de nueve años de gobiernos de la alternancia, un presidente panista finalmente se haya atrevido a proponer importantes reformas al Estado mexicano. Con ello se abre una coyuntura muy positiva para establecer un debate nacional sobre el tema. Sin embargo, el paquete de reformas presentado por Calderón es una propuesta coyuntural, parcial y cortoplacista.
El texto de la iniciativa proclama que sus dos objetivos centrales son “fortalecer el vínculo entre la ciudadanía y el sistema político” y “consolidar nuestras instituciones”. Pero en realidad los principales fines son el fortalecimiento del vínculo entre “los votantes” y el “PAN”, la destrucción de las bases de apoyo del PRI y del PRD y una compensación institucional por la falta de legitimidad e influencia pública con la que cuenta el actual presidente. En suma, el partido en el gobierno busca lograr por medio de reformas legales lo que no ha podido conseguir ni en las urnas y ni con el cotidiano ejercicio del poder.
El presidente sabe muy bien que el establecimiento de la reelección legislativa y las candidaturas ciudadanas favorecerían a su partido y a los poderes fácticos que lo respaldan. Con una perspectiva de 12 años en el poder para los legisladores, y ante la desidia del Instituto Federal Electoral (IFE) en materia de fiscalización, las televisoras y los grandes empresarios del país podrían cobrar mucho más caro su apoyo a las campañas electorales.
Es falso que la reelección funcione como una especie de llave mágica obligando a los legisladores a acercarse a la ciudadanía. Al contrario, la experiencia en Estados Unidos demuestra que con la reelección los legisladores se convierten en rehenes de sus patrocinadores y otros grupos de presión. En lugar de comunicarse con sus bases, buscan aprovechar sus mandatos extendidos para consolidar los pactos cupulares.
Por su parte, con la aprobación de las candidaturas ciudadanas cualquier empresario o medio de comunicación lanzará a su actor o cuñado favorito para representar sus intereses en el Congreso de la Unión. Gracias a Calderón, por fin tendríamos una gran diversidad de personajes como el doctor Simi, Ross Perot y Jorge Castañeda, entre los cuales podremos elegir a nuestro nuevo “líder máximo de la revolución ciudadana”.
Esta figura aparentemente “progresista” también podría convertirse fácilmente en el pretexto perfecto para desmantelar el sistema de financiamiento público que nos hemos dado en México. La iniciativa de Calderón dice que cualquier persona con el respaldo de 1% del electorado correspondiente podrá registrarse como candidato a algún cargo de elección popular. Pero surgen algunas preguntas obligadas: ¿Qué controles habría sobre el financiamiento de la “precampaña” necesaria para conseguir estas firmas? ¿Una vez inscrito, el candidato tendrá derecho a financiamiento público o podrá financiar su campaña de su propio bolsillo o con patrocinadores externos? De manera irresponsable y sospechosa, la iniciativa del presidente no dice nada con respecto a estos puntos centrales.
Llama la atención que mientras el presidente busca abrir el espacio para las “candidaturas ciudadanas”, simultáneamente intenta eliminar la pluralidad que ofrecen los partidos chicos al elevar el umbral para mantener el registro de 2% a 4%. Esta propuesta tiene una evidente dedicatoria hacia los partidos obradoristas, el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Convergencia, cuya presencia legislativa ha implicado una constante piedra en el zapato para Calderón. Antes, bajo el régimen del partido del Estado, se hacían reformas políticas para fomentar la creación de los “partidos satélite” que terminarían por respaldar al partido del gobierno. Ahora que estos partidos ya no le son útiles al régimen en el poder, la gran “reforma política” se propone su desaparición.
Con respecto a la iniciativa ciudadana de leyes, esto tampoco implicaría un acercamiento real de la ciudadanía a la población, ya que las propuestas que resultaran se quedarían en meros llamados a misa. Si realmente se quiere fortalecer el poder ciudadano, habría que contemplar otras figuras de participación ciudadana, como el referéndum, el plebiscito y la revocación de mandato.
Otro elemento sumamente problemático de la propuesta de Calderón es la drástica expansión de poderes legislativos que se busca adjudicar al presidente. Las “iniciativas preferentes” con su “positiva ficta” que automáticamente convertirían en ley una iniciativa presidencial, la facultad de veto presidencial tanto al presupuesto como a la ley de ingresos, y la posibilidad de vetar parcialmente desde frases y cláusulas específicas de cualquier ley (el famoso “veto de bolsillo” o line-item veto) convertirían al presidente de la República en el “Gran Legislador de la Federación”.
No hay duda de que urge cambiar radicalmente el sistema político, pero lo que propone Calderón no es una ambiciosa agenda de reformas estructurales que necesita nuestro país, sino una serie de propuestas parciales diseñadas más para distraer la atención mediática y beneficiar a los poderes fácticos que para articular un debate profundo.
Algunas reformas de mayor calado serían, por ejemplo, someter a los partidos políticos y a los grupos parlamentarios a un estricto régimen de transparencia, establecer una nueva Ley de Partidos, dotar de autonomía constitucional a la Auditoría Superior de la Federación, el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública y a la Procuraduría General de la República, facultar al Congreso de la Unión para aprobar y vigilar el cumplimiento del Plan Nacional de Desarrollo, así como aprobar los nombramientos del gabinete legal, entre otras numerosas propuestas que han sido desarrollados por académicos, políticos y líderes de la sociedad civil en las últimas dos décadas. La buena noticia es que el debate apenas se inicia.

Plan B. El top ten del 2009 (y un pilón)

Por Lydia Cacho




24 diciembre 2009
Por recomendación de las y los lectores de mi blog y siguiendo sus comentarios a lo largo de 2009, en este último dardo del año les presento la lista de las y los 10 personajes del año según el ránking popular. Vamos de lo mejor a lo peor. Espero que en 2010 nos vaya mejor.

Persistencia y congruencia: Isabel Miranda de Wallace. La señora nunca se alió a las autoridades para recibir trato especial; ella investigó, persistió y al final logró que arrestaran a los secuestradores de su hijo. Comprendió que el hecho de que las autoridades la escucharan y la recibieran no significaba que se hicieran aliados; por eso nunca le doraron la píldora entreteniéndola con foros y fotos en primera plana. Reivindicó el derecho constitucional a ser escuchada sin convertirse en parte de las élites del poder. Bien por ella.

Orgullo mexicano: José Emilio Pacheco recibió el premio Cervantes 2009. El gran poeta y prosista es además un ser humano extraordinario que sigue produciendo hermosas obras. México necesita más poetas y menos cínicos y Pacheco es una inspiración, un ejemplo para las y los mexicanos. Ha escrito en su poema “Fin de siglo”: No quiero nada para mí:/sólo anhelo lo posible imposible:/un mundo sin víctimas.

Héroes desconocidos: Francisco López Villaescusa, un joven de 22 años, reaccionó ante la desesperación de las familias y con su camioneta abrió dos boquetes en la guardería ABC. Gracias a ello pudieron salvar a más criaturas de morir quemadas. Cayetano, un vecino de la estancia, arriesgó su vida y sufrió quemaduras, pero sacó vivos a varios bebés y rescató los cuerpecitos de otros.

La neta del rock: Mientras otros cantantes usan causas nobles para hacerse publicidad gratuita, el grupo de rock Jaguares no quita el dedo del renglón contra el feminicidio y ha logrado que miles de jóvenes se unan a la organización Amnistía Internacional creando una cultura de derechos humanos. La persistencia hace la diferencia. Amnistía ha dicho que Jaguares ha sumado más activistas que el grupo U2 en sus conciertos.

El cínico del año: Mauricio Fernández, el alcalde de San Pedro Garza García, creó el primer grupo internacional de asesinos a sueldo al estilo paramilitar en México. Abrió la puerta a lo que en el futuro será una pesadilla criminal más para el país. Increíble que no hayan aprendido nada del caso colombiano.

La lengua de cobre para Beatriz Paredes. Se la ganó definitivamente gracias al rollo que se aventó para deslindarse de la responsabilidad de su partido respecto a cómo los gobernadores y legisladores del PRI se alinearon con el PAN y los obispos para arrebatar a las mujeres sus derechos sexuales y reproductivos. Que hay independencia plena y no hay línea ni corporativismo en su partido… simón dijo Bolívar.

El cantinflazo del año para Fernando Gómez Mont, secretario de Gobernación. Defendiendo al Estado mexicano ante la Corte Interamericana sobre los feminicidios en Juárez, aseguró que “las autoridades del Estado se comportan cada vez con mucho mayor apego al respeto a los derechos humanos”, y que hay grandes avances en “el tránsito institucional de México de los últimos 35 años, desde la parte política hasta la parte judicial, hasta la parte de las políticas de derechos humanos, tanto el Estado en su conjunto como las Fuerzas Armadas”. El góber precioso, Ulises Ruiz, Montiel, Miguel Ángel Yunes y Peña Nieto (Atenco) junto a Kamel Nacif, la familia Fox Sahagún y Emilio Gamboa dicen que sí es cierto, que sus derechos humanos están mejor protegidos que nunca.

El oso de oro se lo ganó Andrés Manuel López Obrador por creer que podía jugar al titiritero con Juanito, quien más que como Pinocho le salió como Chucky el muñeco enloquecido con el poder. La soberbia es mala consejera.

El pecado del año: Primero declaran que descubrir a sacerdotes pedófilos que circulan pornografía infantil en sus computadoras sólo demuestra que son humanos (piden compasión para sacerdotes violadores). Después promueven el encarcelamiento de las mujeres violadas que deseen abortar. Más tarde dicen que los homosexuales no irán al cielo por ir en contra de la ley de Dios. Los obispos de la Iglesia católica mexicana se preguntan por qué pierden credibilidad y adeptos por minuto. El pecado es estar cegados por la viga en ojo propio.

El arrepentido del año: Miguel de la Madrid confesó a Carmen Aristegui que la familia Salinas estaba vinculada con el narco y otras chuladas. A la mañana siguiente lo amenazó Salinas y se retractó argumentando enfermedad. La cola de los dinosaurios le cerró la puerta a la confesión culposa.

El pilón:

El guarro del año: Tiger Woods pasó de ser el gran caballero del golf mundial al machito más guarro y mentiroso del año. Evidenciado por su esposa y —hasta ahora 14 amantes— lo perdió todo por pensar con la cabeza entre las piernas. Su nuevo comercial diría: Viaje a Hawai: 30 mil pesos, zapatos de golf: dos mil pesos. Ser un cerdo misógino… no tiene precio.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Felipillo y sus aires de revolucionario


Carlos Monsiváis. Lo que quiso decir mientras hablaba

La confusión era general, la torre de Babel de las frases que se volvían bumeranes. El fenómeno llevaba tiempo de existir. Antediluviano, pero agudizado en los últimos días. Y una tarde, en una discusión en la Cámara de Diputados, ocurrió lo irremisible: cada una de las partes contendientes le pidió a sus rivales la explicación de lo que decían porque no entendían ni una palabra. El presidente de la cámara aseguró que él tampoco entendía ni madre (eso sí se entendió aunque no se supo a qué se refería), aunque ya estaba acostumbrado a no agarrar la onda porque en ningún sitio dormía tan plácidamente como en ese sillón. Poco tiempo después quedó al descubierto la verdad: de tanto desconfiar de los críticos, de tanto darle crédito a sus improvisaciones, nadie descifraba las voces ajenas. El laberinto de Babel. El conflicto se agudizó cuando vino un debate primordial (la asignación de recursos), que exigía saber lo que alguien, quien fuera, decía. Inútil. Todos contestaban con furia a lo que nadie había dicho. Y lo que pasaba en la cámara se trasladó a otros espacios notables. Ningún político de los reconocidos se expresaba de modo inteligible, y la palabra inteligible provocaba estupor: “¿Es un albur?”.

De nada sirvió un listado de vocablos útiles y frecuentes. Luego de juntar dificultosamente 100 palabras, se vio que eran muchos los que no entendían la mitad. El asunto se complicaba con los políticos de gran relieve (no es alusión corporal). De emergencia se crearon oficinas de “Lo que quiso decir el funcionario”, para responder a las críticas por expresiones inconvenientes o muy torpes. Se llegó al grado de mandar las explicaciones de lo que quiso decir antes de que el funcionario en cuestión hablara. Tampoco se entendían disculpas, y los encargados de redactarlas confesaron que ellos tampoco estaban al tanto de las intenciones del funcionario, el mismo que en confianza confesaba que a él, por demócrata, lo gobernaba el discurso. Se instalaron las oficinas de “Me citaron fuera de contexto”, que como las de “Lo que quiso decir el funcionario” se volvieron redes burocráticas. El mensaje político, el que hubiera, no llegó a lado alguno. De nada sirvió que los poderosos acudieran a los juegos infantiles: “Quefe tefe pafa safa”.

El conflicto de las frases envueltas en las brumas de los siglos llegó a la sociedad, esa secretaria adjunta del poder. Al principio afectó a los que veían noticiarios y trataban de agarrarle la onda a los políticos, los magistrados, los eclesiásticos, los empresarios. Esos se adhirieron muy pronto al criptoñol, un idioma que tuvo mucho éxito en la Edad Media, y que usaron los servicios de inteligencia en la Segunda Guerra Mundial. El criptoñol se trasladó al país entero. Los amigos ya no se entendían, hubo pleitos frecuentes porque al no captarse las preguntas se respondía con un “No” o un “Sí” fuera de lugar. El marido, tal vez con propósitos salaces, declaraba a su ferviente esposa: “Tan hemos cumplido con lo que la ciudadanía, es decir, a propósito de lo cual, los empresarios, por qué no, se opusieron, es decir, me apoyaron, es decir, boicotearon, lo que ni siquiera me propuse, somos la cuarta economía del planeta neta y la primera que allí sigue; en la medida de las fuerzas contingentes, te convoco, ¿faltaste a la conjunción debida, Patricia?”. Y la aludida, que creía que le expresaban las ganas de salir de vacaciones, decía simplemente “Sí”, y el balazo se producía de inmediato.

* * *

La influencia del lenguaje del poder resultó catastrófica: en los negocios se entregaba lo que el cliente no había pedido, en las reuniones de los partidos políticos todos creían que las investigaciones sobre corrupción iban en serio y aseguraban que si se habían beneficiado era por amor a México, los viajeros llegaban al aeropuerto y, de modo invariable, se encontraban rumbo a Timbuktú (donde ya hay una colonia mexicana llamada “Perdón, fui una loca, me ofusqué”), los médicos operaban de sarampión, las inauguraciones de edificios tardaban años porque los funcionarios no sabían que aún no estaban las construcciones, en las universidades el maestro explicaba anatomía a estudiantes de química. Como el criptoñol dominaba, nadie propuso la refundación del idioma y de la lógica. Si alguien lo propuso, nadie se enteró pues el misterio lo regía todo.

* * *

Un grupo de ingeniosos, que acababan de regresar a México y todavía no los dominaba el criptoñol, imaginaron un negocio formidable que de inmediato se posicionó en el mercado. Estos audaces empresarios, que ya no usaban la palabra y chateaban para comunicarse en el mismo cuarto, hallaron la solución: un sistema de alta tecnología, con terminales en cada persona, que consistía en un display en el que, con servicio de traducción simultánea, el usuario daba a conocer lo que tal vez había querido decir, o no pero daba igual. No fue fácil ni barato. Cometieron errores graves, como lanzar propuestas indecorosas que querían ser demostraciones de amistad. Sin embargo, con el tiempo, y no sin algunas defunciones y pleitos a golpes, los displays cumplieron su función. Por fin la gente de la vida diaria se liberaba del criptoñol, aunque los poderosos, por vanidad o por el gusto a no confesar que no sabían lo que estaban diciendo, se negaron al display. ¡Qué se le va a hacer! Roma no se deshizo en un día.

Resueltas las vías de comunicación entre personas, sólo faltaba enterarse de lo que decía la clase gobernante. Se recomendaron fórmulas ancestrales, las señales de humo, o mímica de programas de concursos, o coros que transformasen en cánticos las declaraciones: “Ay, oyente, no te rajes”. Las señales de humo no se podían traducir y dos funcionarios murieron asfixiados, la mímica daba lugar a equívocos, y los coros cantaban lo que les daba la gana, lo que no hubiera estado mal si hubiesen coincidido con los discursos y declaraciones, pero nunca era el caso. La angustia crecía y la sociedad sufría, especialmente cuando las restricciones de la energía eléctrica suspendían el uso de los displays.

Esto sucedió hace unos años. No hubo manera de vencer al criptoñol y la República se transformó en una muchedumbre de signos y señales que evidenciaban el fin del uso de la palabra, que alguna vez sirvió para algo, aunque ya nadie está al tanto de para qué. Y yo, escribano humilde, admito que es la última vez que anoto signos sobre la página. Si soy descubierto, se me tratará sin piedad, y si se sabe que entiendo, más o menos, lo que digo, seré desterrado a la Isla de las Conjuras Verbales. Triste destino de las ganas de entender.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

La Ojestapo

Fallido: Lorenzo Meyer

Esta nota apareció en Reforma hace 4 meses pero el contenido sigue vigente. Yo escuché la recomendación en Radio UNAM

Fallido
Lorenzo Meyer
18 Jun. 09

Lo que ha fallado no es sólo el Estado, sino el régimen y el proyecto mismo que da sentido a la comunidad nacional

Indicadores

Es obvio que han estado fallando de manera sistemática muchas cosas en México. De seguir por donde vamos, el resultado es tan predecible como inaceptable: una nueva pérdida de la oportunidad histórica, al estilo de lo ocurrido entre los 1810 y los 1870. Indicadores del mal camino que llevamos sobran.

La guerra contra el crimen organizado es hoy el centro de la agenda del gobierno pero cada vez más el conflicto se parece en su desarrollo al que hace 80 años tuvieron el gobierno y los cristeros: ninguno de los bandos pudo imponerse de manera contundente y al final todo quedó como al inicio sólo que con un montón de horrores y vidas segadas.

A partir de 1994, el Tratado de Libre Comercio de la América del Norte aumentó notablemente las exportaciones mexicanas pero no hizo crecer mucho la economía en su conjunto y finalmente no pudo evitar la desindustrialización del país: hoy México es, en términos relativos, un país menos industrializado de lo que era hace 20 años. Y lo que es peor, en el último cuarto de siglo el crecimiento real del PIB es de los más bajos en América Latina y este año puede caer entre 6 y 8 por ciento. Desde fines de los 1970 el país dejó de reservar para sí su petróleo y volvió a ser proveedor para el exterior de un recurso natural estratégico y no renovable. Pero esa exportación sólo se ha traducido en gasto burocrático, en paliativos de los efectos de la pobreza y, sobre todo, en sustituto de una reforma fiscal auténtica. La renta petrolera no ha dejado inversiones significativas para el bienestar futuro del grueso de los mexicanos. La privatización y subrogación de los servicios del Estado han desembocado en monopolización o disminución de la calidad de esos servicios a la vez que la supuesta lógica del mercado -objetivo teórico del proceso- se ha visto distorsionada por los efectos de la corrupción.

La democracia electoral tiene apenas nueve años de funcionar, consume recursos fiscales excesivos y ya está sumida en una crisis de credibilidad. Existe un sistema de partidos pero sus componentes, hinchados de dinero público, naufragan en un mar de ilegitimidad proveniente de su ineficacia, alto costo y falta de representatividad. La importancia que ha adquirido en las últimas semanas una campaña a favor del voto en blanco, nulo o por candidatos sin registro es la medida de la desilusión ciudadana, en particular de los jóvenes, con los partidos y la clase política. Y la lista de indicadores del mal rumbo que lleva el país se puede alargar.

Nivel

¿En qué plano se encuentra la acumulación de elementos que componen lo fallido del México actual? ¿En el de la clase política, del gobierno, del régimen, del Estado o de plano del proyecto nacional mismo? En realidad, todo apunta a una bancarrota sistémica que, por tanto, abarca todos los niveles mencionados.

El proyecto nacional, es decir el conjunto de grandes ideas motrices que le dan sentido histórico a la comunidad nacional, a la acción cotidiana de ciudadanos, líderes e instituciones, simplemente no existe. Nadie lo ha reformulado de manera efectiva después del rápido fracaso del neoliberalismo salinista que, a su vez, no fue otra cosa que diluir y subordinar el proyecto mexicano al norteamericano. El dejar que, en una sociedad terriblemente desigual, las supuestas fuerzas impersonales del mercado global decidan quién, dónde, cuándo y cómo se distribuyan, se inviertan o se consuman los recursos económicos ha sido el equivalente a abandonar, en beneficio de unos cuantos, la aspiración histórica colectiva de un desarrollo justo y con autonomía.

Sin un proyecto propio y efectivo de largo plazo, el régimen político ha quedado un tanto a la deriva. Por régimen se entiende aquí el conjunto de valores e instituciones que regulan la lucha y el ejercicio del poder. Se supone que vivimos en un régimen presidencial y democrático. Sin embargo, un poder caciquil sindical como el de Elba Esther Gordillo y su Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación se hace cargo lo mismo de la Secretaría de Educación y de su política educativa, que del ISSSTE o de la Lotería Nacional. Justamente por transferencias de poder como ésta queda claro que son poderes fácticos y no la Presidencia quienes definen al régimen. Igualmente, al declarar Felipe Calderón en 2006 que "haiga sido como haiga sido" él ganó la contienda presidencial, se hace patente que no son ya los valores democráticos los que hacen latir el corazón del régimen. Y qué decir de las instituciones y la democracia si en una elección tan cerrada como la de 2006 el IFE se negó a recontar los votos a pesar de que las inconsistencias en las boletas electorales arrojaron un número mayor que la diferencia oficial de votos recibidos por Calderón y su rival, Andrés Manuel López Obrador. Desde luego que también entra en esta descomposición institucional el Tribunal Electoral, que por un lado reconoció la falta grave en materia de imparcialidad del presidente Vicente Fox en 2006, pero acto seguido se declaró incapaz de encontrar remedio a una falla que reconoció mayúscula.

La situación está igualmente malograda por lo que se refiere al Estado mismo, es decir, al conjunto de instituciones que dentro de un territorio delimitado organizan la dominación, en nombre del interés general, y con el respaldo que les da su control sobre los medios de la violencia. Por un lado, el Ejército -el centro del monopolio estatal de la supuesta "violencia legítima"- se encuentra una y otra vez en lucha abierta con policías locales como resultado del enorme poder de corrupción que ejerce el crimen organizado. Un resultado de ésa y otras contradicciones que impiden al Estado enfrentar con eficacia a los productores de la "renta criminal" es que un líder político del municipio más rico del país y miembro de la elite del poder de Nuevo León -Mauricio Fernández Garza, candidato panista a la alcaldía de San Pedro Garza García- admitió hace poco ante un grupo de sus pares que la clave para mantener la tranquilidad en zonas como la que él pretende gobernar no está en la acción de las instituciones del Estado, sino en llegar a un acuerdo con los grupos criminales que, de tiempo atrás, ya viven en medio de las clases poderosas y también demandan zonas de tranquilidad para sus familias: los narcotraficantes (El Universal con datos de Reporte Índigo, 12 de junio).

En un largo reportaje aparecido en Le Monde diplomatique, México (junio), David González y Jean-François Boyer documentan la imposibilidad del Estado de garantizar la seguridad de los periodistas de Tamaulipas, los cuales simplemente no pueden publicar nada que disguste a los dirigentes del cártel del Golfo, al punto que la prensa local ha eliminado de su vocabulario términos como "cártel del Golfo", "Zetas" o "crimen organizado" para no irritar a los aludidos. La ley que impera en ese estado ya no es la del Estado Mexicano ni la del "Estado Libre y Soberano de Tamaulipas", sino aquella impuesta por los narcotraficantes que, entre el 2000 y el 2009 han asesinado entre nueve y 11 comunicadores, dependiendo de la fuente consultada. Como sea, actualmente el crimen organizado es tan organizado en Tamaulipas que ya cuenta con un representante dentro de casi todos los periódicos locales y ese personaje es consultado por el editor al momento de decidir si una noticia se debe o no publicar. En temas de narcotráfico, la censura sobre la prensa tamaulipeca es hoy tan o más efectiva que esa que ejercía Gobernación o los gobernadores en materia política en la época del supuesto "antiguo régimen", el autoritario priista. Como bien lo señalara en Nuevo León Mauricio Fernández, si se quiere vivir en paz en Tamaulipas, el ciudadano no debe obedecer tanto a la autoridad formal sino a esa que cada vez gana más espacios: a "La Compañía", que es como los narcos exigen que se les llame en ese estado.

Desánimo

La mediocridad material y espiritual que hoy caracteriza a nuestro país es lo que le da el tono de marcado desánimo a la época.

La cortedad de miras y corrupción de la clase política, la mediocridad de la elite del poder nos hicieron perder la oportunidad de renovación que se abrió con el cambio político del 2000, y eso condujo al desánimo de hoy. Ningún dedo de Dios escribió nuestro destino. Estamos obligados a demostrarnos que no nos merecemos el sistema de autoridad que tenemos, a repensar de manera radical nuestro modelo de desarrollo y hacer de nuestro siguiente encuentro fundamental con las urnas, que ya no puede ser el de ahora sino el del 2012, la nueva gran oportunidad de cambiar de dirigentes y rumbo. De lo contrario el fracaso se convertirá en crónico.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Por qué nos odian los panistas

El Despertar

José Agustín Ortiz Pinchetti

El diputado Gerardo Fernández Noroña (PT) les preguntó a los panistas desde la tribuna de la Cámara de Diputados por qué siguen tan enojados contra nosotros, cuando fueron ellos quienes hicieron el fraude en 2006 y nosotros que lo sufrimos ya dejamos de estarlo. La mayoría de los directivos panistas sienten un odio cainita contra AMLO y sus seguidores, a pesar de que hemos dado vía pacífica al descontento y que no hemos roto un vidrio ni lastimado a nadie. Los viejos panistas se enfurecen con la sola mención del tabasqueño. Los pocos amigos panistas que nos quedan son vigilados severamente por el Cisen para que no entren en contacto con nosotros. La rabia panista no es justificable, pero es explicable, porque tanto el partido de Gómez Morin como el gobierno de Calderón se están hundiendo. Quien se enoja pierde y quien pierde se enoja. Pero hay que calar más hondo.

Hace unas semanas escribí que la confusión y el fracaso de Calderón podían explicarse porque ha violentado los principios en los que fue educado. Si aplicamos esta hipótesis a los jerarcas panistas podemos convenir que han roto con la misión histórica que se atribuyeron a sí mismos: introducir la ética en la política y luchar por una democracia sin adjetivos. Han solapado la corrupción, garantizado la impunidad, practicado el fraude y la represión. Son instrumentos de los grupos de interés, cómplices del sindicalismo priísta y usan la televisión contra sus adversarios tal como el PRI la usó contra ellos.

Si volvemos sobre los descubrimientos de la Fundación Arbinger en materia de autotraición no es difícil concluir que cuando un hombre o un grupo se autotraiciona violenta su estructura interna y los efectos son terribles. Empieza por culpar a los demás y sentirse víctima, después va padeciendo una descomposición general del comportamiento. Se multiplican los errores, se disuelve el proyecto y el grupo o el partido se vuelve cada vez más ineficaz y simulador. Esto es aplicable a las familias, a los negocios y por supuesto a las organizaciones políticas. Concretamente al viejo Partido Acción Nacional.

Lean por favor los documentos y discursos y revistas del PAN desde la época de su fundación hasta 1989 en que se entregaron a Carlos Salinas. Se darán cuenta de que todas las perversas desviaciones que denunciaban en el PRI las practican ahora, al punto que parecen convertir a su partido, alguna vez respetable, en una grotesca imitación del partido oficial. No es difícil que culpabilicen y odien a los únicos opositores a los que no pueden comprar ni amedrentar y que ellos mismos como organización política y como proyecto se derrumben.

El desprecio del panismo por la educación pública

Carlos Monsiváis

El regaño dietético de la senadora


“¿Qué mano fue? ¡A ver, enséñenmela!”. La antigua estrategia del golpe con intención didáctica revive en voz de la senadora del PAN María Teresa Ortuño, que le contesta al director del IPN, Enrique Villa Rivera, representante de casi un centenar de instituciones tecnológicas en demanda de recursos para la educación superior. A Ortuño nadie la podrá acusar de condescendiente: “Es hora de que todos nos apretemos el cinturón y, por favor, no me vengan con esa demagogia de que nadie puede apretárselo, porque aunque la educación, el desarrollo social y la salud son temas prioritarios, perdónenme, dondequiera hay grasita y se puede cortar grasita sin llegar al músculo ni al hueso… no se vale echarle la pelota a Calderón… No, no, no. No me vengan a ¿cómo dice?: donde lloran ahí está el muerto. No, no; el dinero hace falta, pero no sirve de nada si no hay pasión, si no hay compromiso, si no hay decisión, si no hay vocación, si se pretende medrar y se busca que siempre se haga la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre” (11 de noviembre de 2009). El habla automática de la senadora (“Digo lo que se me ocurre y alguna vez diré lo que pienso”) se da a nombre de su partido, y tan es así que en esa misma sesión el secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, la felicita: “Gente como Teresa Ortuño prestigia la política, le agradezco su inteligencia, entusiasmo y pasión”.

El regaño tiene que ver con la antipatía profesada por la derecha a las universidades públicas, vigorizada desde el acomodo de Fox en Los Pinos (no acuso a Fox de antiintelectual, él es más bien un espíritu libre de todo conocimiento). La lucidez conceptual de Ortuño va más allá: habla como capataz de hacienda o se expresa como adiestradora de metáforas cazadas al vuelo. Formidable descripción del recorte presupuestal: “apretarse el cinturón/ dondequiera hay grasita/ se puede cortar la grasita sin llegar al músculo ni al hueso”. La metáfora se estaciona de inmediato porque su elevación depende de lo que Ortuño no entrega: el significado de apretarse el cinturón, la localización de “la grasita”. ¿En dónde se encuentra lo prescindible? ¿En los salarios de los profesores, en las prerrogativas de los trabajadores, en el número elevado de estudiantes, en la investigación científica, en las tareas editoriales, en los Pumas? ¿En la crítica que es una de las razones de ser de las universidades públicas? Nos gustaría que una dietista tan consumada pasase de la metáfora a la explicación rigurosa, lo que evitaría “la grasita” en sus declaraciones.

Cambio de referencias sin cambiar de tema. Mayela Sánchez entrega datos del apretonazo del cinturón gubernamental: el gobierno federal gastó 5 mil 473 millones 476 mil 490 pesos en comunicación social y publicidad en 2008, lo que equivale a 1.4 veces el presupuesto que recibió la Universidad Autónoma Metropolitana el mismo año. El 52.3% de ese monto fue erogado por las secretarías de Turismo y de Hacienda y Crédito Público (SHCP). La Sectur gastó en publicidad mil 464 millones 248 mil 30 pesos, mientras que la entidad responsable de las finanzas públicas destinó a la promoción de sus programas mil 401 millones 302 mil 780 pesos. A esto podrían agregarse muchos otros esfuerzos dietéticos. Carlos Fernández Vega informa de otra “reducción alimentaria” un tanto heterodoxa: en el tercer trimestre de 2009 (julio-septiembre, de acuerdo con el más reciente informe de la SHCP), esos abnegados cuan eficientes funcionarios se comieron 56 mil 500 millones de pesos en prestaciones (sueldos y salarios aparte). Es decir, en este periodo los burócratas de primer nivel se engulleron casi 628 millones de pesos cada 24 horas, casi ocho veces más de lo que deberán pagar los mexicanos por el incremento fiscal (82 millones cotidianamente a lo largo de 2010).

Ejemplo insigne: los gastos en publicidad del presidente Calderón, convencido de que su vera efigie debe contemplarse el día entero en el territorio de uno de los gobiernos subalternos de la República, la televisión privada. Con el criterio de Ortuño se podría decir: hay que apretar el cinturón a los spots del Ejecutivo, que, además de extraordinariamente reiterativos, deben, como todo (lo dijo Ortuño), “tener su grasita”. Las frases de la dietista del PAN no se dirigen principalmente a promover la esbeltez de la educación superior sino a subrayar el desprecio de su partido, uno más, a la educación pública.

¿Cuál es “la grasita conceptual” que irrita a la derecha? Sin duda, la consistente en la crítica. El rector José Narro Robles se ha referido enfáticamente a la refundación de la República, y esto desafía a los que obsesivamente dicen vivir en el “mejor de los países posibles”. Calderón se echó a sí mismo la pelota (el método del símil ortuñano es contagioso) y declaró, con énfasis un tanto inconvincente, que habían terminado la crisis y la recesión y, no lo dijo pero sí que estaba implícito, que el empleo volvía a colmar las arcas vacías de las familias, y el optimismo era un derecho concedido a los que apoyaban su política. A tal hacedor de milagros y a su grupo de discípulos que caminan sobre aguas declarativas sin hundirse, les resultará por lo menos fastidiosa la existencia de la educación superior pública que estimula la crítica, para ellos pura blasfemia, que confronta las palabras gubernamentales con la realidad. Inevitable recordar que Miguel de la Madrid se negó a aceptar la existencia de la sociedad civil porque ésta formaba parte del Estado, y por tanto no tenía por qué actuar en labores de rescate y reorganización urbana. Y el inefable Ernesto Zedillo: no se puede hablar de la transición a la democracia porque ya vivimos en la democracia.

No es mero juego de palabras. El PAN a través de la nutrióloga Ortuño da a conocer su programa educativo: todo el dinero inimaginable para la seguridad, para los salarios aéreos de la burocracia, para enfatizar, a través de los ingresos, la división del país en mexicanos de primera y mexicanos de quinta, para la comunicación social (el hechizo del funcionario, seguro de que la promoción onerosa y carísima de los elogios a su persona desemboca en textos de sinceridad desenfrenada), para los proyectos electorales de cacería de votos (Oportunidades es, en el mejor de los casos, un placebo en el que sólo cree la administración, si es que algo de lo asignado se salva de la merma de los repartidores).

¿En qué le aflige al PAN la inversión en ciencia, desarrollo tecnológico y carreras universitarias en general? En la existencia de territorios laicos, en la enseñanza libre, en la idea de una sociedad enorme fuera de la sociedad en la que ellos están inscritos. No hablo todavía de lucha de clases, pero sí de zonas de pertenencia. La derecha, convencida de que su larga ausencia del poder directo se debió a las maniobras de los subversivos, se entrega al sueño de la exclusión. Nadie entrará a este lugar,/ sin que afirme con la vida,/ que la pobreza afligida/ es un pecado mortal.

Escritor